La artesanía, un territorio social del Guaviare
Isabel Sofía Alvarado Gómez
Estudiante de Antropología de la Universidad de Los Andes
Dedos que moldean, ojos que detallan, pinzas que fijan, unas manos que tejen hilos y pensamientos, un punzón golpeando la madera y el humo de un cautín. Cada obra artesanal es única, un objeto que imprime no solo la idea de un artesano, sino al artesano mismo. Un trabajo que resiste la alienación y la estandarización. Una práctica que localiza la tensión entre el rescate cultural y ancestral de una tradición y los requerimientos de una economía de acumulación y de conversión del trabajo en capital, que les exige a los artesanos y artesanas posicionar sus piezas en el mercado regional.
A principios de 2020, la pandemia impactó de manera significativa en el desarrollo de la artesanía en el departamento de Guaviare y en todo el país; afectando sus canales de comercialización y obligando la búsqueda de maneras alternativas de venta que prescindieron, en parte, de un sector fundamental para la economía de algunos territorios ahora afectados, el turismo.
En este contexto, Llano Adentro tuvo la oportunidad de dialogar con Lázaro un artesano del Guaviare que ha dedicado más de 15 años de su vida al trabajo manual y la creación de obras artesanales para el sustento de su hogar. Es parte de la Fundación de Artesanos del Guaviare que congrega y articula alrededor de 13 familias de artesanos y artesanas tanto indígenas como no indígenas de toda la región. Allí, Lazaro lidera un proceso de organización comunitario y pedagógico para jóvenes, mujeres y niños de la labor artística como medio de vida y estrategia para la reconstrucción del tejido social en San José del Guaviare. A través de su tienda ecológica, Lázaro coopera con pequeños empresarios del territorio que exponen sus productos y artesanías para la venta. Una red que demuestra el establecimiento de un tipo de economía comunitaria y solidaria.
En palabras de Lazaro: “la labor del artesano tiene una estrecha cercanía con el reconocimiento histórico de la identidad cultural”. Hablar del trabajo de los artesanos y las artesanas, significa valorar su importante aporte al patrimonio cultural por medio de una forma organizativa laboral sustentada en el trabajo familiar-comunitario. Trabajo que reconoce y depende culturalmente de la disponibilidad de recursos (palma de cumare y de moriche, plumas, algunas escamas de pescado, la madera muirapiranga, palmilla guaruma y algunos pigmentos naturales como el achiote, la semilla de asaí, marañón y naranja), el paisaje, el contexto social y la historia del lugar donde se realiza, es decir, la manera continua de construcción de referentes de sentido y herencias tradicionales.
Entonces, el saber único del artesano sostiene un significado profundo que le permiten a las personas la cercanía con un objeto artesanal, singular y limitado, pero de igual forma a un proceso social de economía en la región y un quehacer colectivo anclado al territorio. Se encuentra en la artesanía una práctica artística de creación y detalle, que requiere de la observación e indagación de materiales. Las artesanas y artesanos donan de sí una parte de su tiempo, una detenida selección de semillas y colores, una atención especial a cada obra que extiende las relaciones sociales más allá de la transacción.
Así como Lázaro, muchos artesanos y artesanas necesitan el establecimiento de una política cultural que se enfoque en la artesanía como un motor de reivindicación cultural y crecimiento económico, una posibilidad de desarrollo local.
Referencias
Roldán, Andrés. Prácticas comunitarias del desarrollo: una mirada desde los oficios y el trabajo. Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, Nº 24, 2009, p. 341-355.
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