La paz territorial, un camino para ser escuchado
Jhon Steven Contreras Marín 1
María José Mejía Martínez 2
Investigadores del Semillero de paz territorial y elecciones locales Universidad de los Andes.
A pesar de que tener voz, no siempre significa ser escuchado, hoy las comunidades de la Orinoquia con su proceso activo de participación han sido ejemplo de cómo por medio del diálogo se pueden lograr cambios importantes que beneficien a la comunidad.
¿Qué tan alto puedes llegar a gritar y aún así no ser escuchado? Pero incluso más relevante
¿Qué pasa cuando estos gritos son por la transformación del territorio? Esta es la realidad de
los habitantes de los departamentos de Arauca, Guaviare y Meta en la región de la Orinoquia.
Sus cantos llaneros y el joropo han sido reconocidos como Patrimonio Inmaterial de la
Humanidad resaltando la importancia del llano para el país y poniendo los ojos sobre ellos. Sin embargo, sus demandas sobre mejoras en la educación, la salud y la infraestructura no han recibido la misma atención. Hoy, la coyuntura producto del Acuerdo de Paz, posibilita que las necesidades históricas de estas comunidades sean tenidas en cuenta y se abra un espacio en la agenda nacional gracias a los PDET.
Los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) son parte de la Reforma Rural
Integral (RRI) contemplada en el Acuerdo de Paz, este enfoque busca priorizar la
implementación del Acuerdo en municipios que cumplen con determinados criterios como: 1)altos niveles de pobreza, 2) una gran afectación por el conflicto armado, 3) presencia de
cultivos ilícitos y 4) debilidad institucional. La importancia de los PDET radica en que su proceso de construcción se da a partir de un ejercicio participativo a nivel local, que recoge las visiones colectivas de desarrollo y reivindica el papel protagónico de las comunidades en la toma de decisiones de su municipio.
Este componente es especialmente relevante porque significó una oportunidad histórica para
que las comunidades de la región Orinoquia pudieran expresarse, manifestar sus inquietudes y alzar su voz para lograr un cambio positivo en el campo. Los PDET, a diferencia de los planes de desarrollo locales, tuvieron mayor contribución y mayor consulta a las comunidades. Esto se evidencia en la participación de cerca de 14.860 actores en el territorio, quienes pudieron hablar y ser escuchados. Como producto de este proceso se lograron 17 pactos comunitarios,
1 Estudiante de Ciencia Política de la Universidad de los Andes con estudios complementarios en Gobierno, políticas públicas y gestión pública. Contacto: js.contreras11@uniandes.edu.co
2 Estudiante de Ciencia Política con doble programa en Gobierno y Asuntos Públicos de la Universidad de los Andes. Contacto: mj.mejia@uniandes.edu.co
25 pactos étnicos y 16 pactos municipales en la región de la Orinoquía. En estos, se plasmaron las necesidades y las propuestas de acción de los llaneros, que se deben emprender durante los próximos 10 años, para llevar a cabo la transformación estructural del campo y así consolidarse como un escenario propicio para la reconciliación.
La construcción de las apuestas colectivas consignadas en los PDET ha contemplado un proceso activo de participación de las comunidades; puesto que involucra directamente a las personas que conocen su realidad, vivieron de primera mano el conflicto armado y tienen altas expectativas sobre el porvenir en el postconflicto. De igual manera, este espacio de
participación es una oportunidad real que tuvieron y siguen teniendo las comunidades llaneras de ser escuchadas, lo cual es una ventaja en comparación de procesos de paz pasados. Esta característica de los PDET conlleva a que las comunidades tengan un acercamiento con las instituciones del Estado; pero más que eso, los PDET generaron que las personas se involucraran y trabajaran en equipo para lograr un objetivo común: un mejor futuro para las siguientes generaciones. Un futuro en el cual el llano está libre de conflicto, las personas cuentan con los medios para subsistir, pueden satisfacer sus necesidades y las niñas y niños disfrutan del derecho a la educación que trae la paz a cada rincón de los llanos.
El entusiasmo presente en las comunidades por ver una realidad diferente concuerda con el
aumento de las expectativas que trajo la firma del Acuerdo de Paz, afirma el Observatorio de la Democracia. De acuerdo con este centro de investigación, el 39 por ciento de las personas
entrevistadas en la región Macarena-Caguán cree que el Acuerdo los impactará positivamente en relación con la situación económica, pues traerá asesoría técnica y se dará acceso a la tierra 3 .
Estos dos aspectos son de gran relevancia para todo el campo colombiano porque al tener
acceso a la tierra las familias pueden construir su hogar y cuentan con mayores posibilidades
para subsistir. Asimismo, la asesoría técnica es esencial debido a que les permitirá a las
personas reunir mayores conocimientos sobre la tierra para mejorar cada vez más la agricultura y la ganadería llanera.
Sin embargo, la construcción de la paz territorial en las regiones de nuestro país no se reduce a que las comunidades alcen su voz de protesta, sino que también requiere que se asuman
responsabilidades concretas en la transformación de su territorio. Esto implica consultar,
participar, pero sobre todo acompañar el cumplimiento de cada una de las metas consignadas en los Planes Acción para la Transformación Regional (PATR) indiferentemente del gobierno de turno. Apropiarse de este último rol es esencial cuando la sociedad colombiana cuestiona el grado de compromiso del gobierno y de las FARC con el cumplimiento de lo acordado.
Igualmente, esta coyuntura de los PDET ha permitido que estas comunidades estén teniendo
las primeras oportunidades reales de contar con recursos para pedirle a los gobiernos que
cumplan y que les brinden los medios para satisfacer sus necesidades. Este momento debe ser aprovechado para convertir las preocupaciones en acciones y continuar trabajando para evitar que los avances que se han hecho en materia de construcción de paz y de transformación del territorio no sean menoscabados por gobiernos que no comparten la misma visión de los territorios a futuro.
3 Observatorio de la Democracia. (2017). Paz, Posconflicto y Reconciliación (Núm. 1; p. 166). Colombia:Observatorio de la Democracia.
Esta desconfianza en el Estado tiene una larga trayectoria debido a que a través de los años los gobiernos han prometido mucho pero han logrado poco. En este ambiente de incertidumbre del postconflicto, solucionar las preocupaciones de los llaneros significa el mayor reto que tienen los gobiernos. No se puede seguir defraudando la esperanza que ha traído el Acuerdo de Paz en estas comunidades, las cuales han sido históricamente relegadas en este tipo de procesos. Justamente, por esta incertidumbre del porvenir de la implementación y por la poca atención que han recibido estos departamentos, es que cada uno de los llaneros debe seguir luchando para que los pactos sean emprendidos y llevados a cabo con éxito. De manera que se continúe nutriendo el espíritu sembrado en las personas por contribuir al cumplimiento de los planes de acción que, como comunidad, se propusieron emprender para consolidar a la región de la Orinoquía en un territorio de paz.
La participación de las comunidades llaneras es tan solo un primer paso de un largo camino,
que se complementa por escenarios en el mediano y corto plazo en el que el ejercicio
participativo no se queda en las mesas de diálogo. Sino que, por ejemplo, debe continuar con
el voto consciente de cada uno frente a las elecciones regionales de octubre. Estos comicios son un espacio para continuar expresando que la voluntad de paz trasciende los colores y partidos de las alcaldías y gobernaciones, pues todos deben comprometerse a satisfacer las demandas y seguir los planes de acción propuestos. Hoy, las instituciones tienen el gran reto de dar respuesta a estas demandas, materializar las propuestas de cambio de las comunidades y, más importante, satisfacer las expectativas de los llaneros frente a los tiempos de paz.
Este último aspecto es de gran relevancia porque de no cumplir con estas expectativas, se
podría quebrantar el lazo de confianza que se está construyendo entre las comunidades y los
gobiernos. Hacer de este proceso un camino de respuestas y no de interrogantes es el gran
desafío del Estado y sus instituciones. Ya han pasado los días en que el desarrollo se entendía
como mera presencia militar; ahora, y más que antes, se debe entender al desarrollo de forma integral. La región Orinoquia requiere la presencia y acción eficaz del Estado, que se refleje en un cambio de las condiciones sociales, económicas, políticas y culturales de su territorio. Que permita sentar las bases para la construcción de una paz estable y duradera.
Los municipios PDET como parte esencial de la agenda de la construcción de paz y la Orinoquia como una región resiliente a las complejidades propias del abandono estatal son una radiografía del avance del proceso de paz en el país. Un proceso que ha visibilizado las deudas que tenemos con las zonas más apartadas, pero también ha permitido descubrir el potencial transformador con el que cuentan los ciudadanos para avanzar hacia la construcción de un futuro mejor. A pesar de que tener voz, no siempre signifique ser escuchado, hoy las comunidades de la Orinoquia con su proceso activo de participación han sido ejemplo de cómo por medio del diálogo se pueden lograr cambios importantes que beneficien a la comunidad. Las acciones, más que las palabras, han posibilitado que el cambio sea una realidad para la
Orinoquia, una realidad que se alimenta de los esfuerzos pasados y tiene por meta un territorio en paz y comprometido con la reconciliación.
Referencias:
Observatorio de la Democracia. (2017). Paz, Posconflicto y Reconciliación (Núm. 1; p. 166).
Colombia: Observatorio de la Democracia.
Semillero paz territorial. (2019). Descripción PDET. Recuperado el 16 de mayo de 2019, de Paz territorial, PDET y elecciones locales - 2019 website: https://www.pazterritorial.info/generalidades-pdets
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