SACHA INCHI: un cultivo altamente competitivo frente a la coca
Ivan Camilo Hernández
Existe una diferencia técnica en favor del cultivo de coca con relación a otros cultivos: la regularidad con la que se cosecha y que no necesita mayor esfuerzo o costos de producción elevados para ser un cultivo rentable.
Por esta razón, la sustitución de coca por otros cultivos legales ha afrontado serios retos. Competir frente a los cultivos ilícitos en cuanto a rentabilidad es difícil, aún más en zonas históricamente afectadas por el conflicto que han basado sus economías rurales principalmente en la cadena productiva de la cocaína.
Pese a esto, en años recientes un cultivo ha experimentado un crecimiento por cuenta de las facilidades que ofrece su siembra. Se trata del Sacha Inchi; una semilla originaria del Amazonas que fue usada ampliamente por los Incas desde hace 3000 años y quienes le atribuyeron propiedades benéficas.
Esta planta da un fruto muy similar a una nuez, del cual se puede extraer un aceite muy apreciado por su contenido en ácidos grasos esenciales como el omega 3, 6 y 9. De su cosecha se puede derivar productos como snacks saludables, malteadas, cremas y productos de belleza.
El sacha maní, maní del Inca o maní jíbaro como se conoce en otros países se cultiva fuertemente en Colombia en el Meta y Caquetá, generalmente por cooperativas que entre sus miembros se encuentran excombatientes y familias que se dedicaban a la siembra de coca.
Hoy son cada vez más las familias que antes de que salga el sol se ponen las botas de caucho para arrancar la ardua jornada que requiere cultivar esta planta. Este cultivo puede llegar a ser rentable sin necesidad de ser sembrado a gran escala, por esto ha sido una alternativa para pequeños productores que se han unido para empezar a posicionar el producto en un mercado saturado de alternativas saludables. Es un camino difícil por recorrer, pero su potencial ha hecho que algunos lo vean como una alternativa para dejar de ser un eslabón de la cadena productiva del narcotráfico.
Al respecto, Jimena Silva, directora de la Cooperativa Vissacha que agrupa agricultores de municipios como Vista Hermosa, Uribe, Mesetas y Acacías en el departamento del Meta, relata la gran expectativa que tienen las personas que vienen del cultivo de coca frente al potencial del Sacha Inchi. “La Cooperativa brinda seguridad, sin embargo, los agricultores siguen esperando el empujón desde el sector público”.
Este empujón se refiere al paquete tecnológico prometido por el gobierno desde hace ya dos años que se ha visto envuelto en una especie de “plan tortuga”, como lo denomina Jimena, pues no parece haber señales de avanzar en este aspecto a pesar del potencial del Sacha Inchi para sustituir cultivos, uno de los principales objetivos que el presente gobierno se propuso perseguir.
Los campesinos y excombatientes han visto frustradas sus expectativas de cultivar productos lícitos en varias ocasiones. Son muchos los que han intentado cultivar flor de jamaica, ají, sagú, estevia y otros productos, pero que se enfrentan a un mercado inexistente o dominado por actores en una posición de poder mucho mayor.
Por esto, hablar de sustitución de cultivos ilícitos en Colombia es una constante lucha ante las adversidades presentes en el campo colombiano desde hace décadas. Pese a esto, el Sacha Inchi ya lleva cerca de seis años en crecimiento. Además, se adapta a diversos suelos y realmente tiene propiedades benéficas para el ser humano.
El oro del inca como lo llaman en Perú es famoso porque el aceite que se extrae de su semilla está compuesto en un 50,8% por ácidos grasos w-3 y 33,4% de w-6, es decir omega 3 y 6. Estos ácidos grasos esenciales son necesarios en el cuerpo humano para el crecimiento de las células y el funcionamiento del cerebro.
Nuestros cuerpos no producen ácidos grasos esenciales, así que solo se pueden obtener de los alimentos. Es decir que el consumo habitual de aceite de Sacha Inchi y sus derivados puede disminuir el riesgo cardiovascular y también puede ser efectivo en tratamientos preventivos y curativos de enfermedades de la piel.
Más allá de sus comprobados beneficios relacionados con la prevención de infartos de miocardio y el alza de la presión arterial, este cultivo se ha convertido en la esperanza para muchos cultivadores, transformadores, distribuidores y hasta exportadores, que ven en esta semilla un producto rentable.
El reto ahora es consolidar la cadena productiva del Sacha Inchi y junto a esto empoderar a personas que le apuestan a la paz. Nuestra labor como consumidores es apoyar este tipo de productos que tienen una historia detrás de la etiqueta. A los campesinos que al cultivar Sacha Inchi le apuestan a la paz y a la sustitución voluntaria de cultivos ilícitos.
No podemos dejar que suceda lo mismo que con otros cultivos que parecían ser una promesa de cambio para los agricultores y que terminó arrojándolos de nuevo a la cadena productiva de que alimenta el narcotráfico.
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